EMPLOMADO, EL “MAL DEL PLOMO” EN EL OLIVO
El emplomado (Pseudocercospora cladosporioides) produce manchas amarillentas no circulares, en ocasiones aparece necrosis en la punta y margen de la hoja, y lo más característico de esta enfermedad es el polvillo grisáceo en el envés de la hoja. El patógeno también puede atacar al fruto y el daño puede variar según la variedad. Las variedades más susceptibles son: Arbosana, Blanqueta de Elvas, Cipressino, Frantoio, Gordal de Vélez Rubio, Lechín de Sevilla, Maraiolo, Picudo, Quercetana, Rosciola y Verdial de Huevar.
El ciclo es similar al del Repilo (Fusicladium oleagineum); en el emplomado la hoja caída pierde más lentamente su capacidad de producir esporas, aunque también la fuente principal de inóculo procede de las hojas infectadas que permanecen en el árbol.
La infección es particularmente severa en plantaciones densas y con poca aireación, ubicadas cerca de ríos, arroyos o zonas húmedas propensas a inundaciones o encharcamientos recurrentes. La época más favorable para la infección y el desarrollo de la enfermedad suele ser durante el otoño y finales de invierno, principalmente cuando existen periodos prolongados de alta humedad (>80%), días lluviosos y temperaturas suaves entre 10 y 20ºC.