Mosca de la Fruta Oriental

MOSCA DE LA FRUTA ORIENTAL, AMENAZA PARA LOS FRUTALES

Bactrocera dorsalis es una mosca de la fruta que se encuentra ampliamente distribuida en el sudeste asiático de donde es originaria. Desde allí se ha expandido a diversas islas del norte de Oceanía y al Sur de la península arábiga. Además de Hawai, se ha detectado su presencia en California y en Florida. Ha sido citada en más de 150 tipos de frutos y especies vegetales. Entre sus huéspedes se encuentran cultivos comunes en España como son los cítricos, tomates, piñas, peras, manzanas, higos o ciruelos. En España no está presente.

El color del adulto es muy variable. El tórax suele ser de coloración oscura con dos bandas amarillas bien marcadas, el escutelo es de color amarillo y además posee 4 áreas amarillas en la parte dorsal. El abdomen tiene una marca oscura en forma de “T” rodeada de una coloración marrón más claro.

Las hembras depositan sus huevos bajo la piel de los frutos. Tras su eclosión las larvas se alimentan del fruto durante 9-35 días en función de la temperatura. Tras alcanzar su último estadio larvario, saltan al suelo donde realizan la pupación que oscila entre 1 y 2 semanas. Las hembras son capaces de poner 3.000 huevos a lo largo de su vida.

El daño se origina en el fruto a partir de la puesta y el consiguiente desarrollo larvario. En lugares donde se ha introducido, como es el caso de Hawai ha resultado ser más dañina que la mosca del mediterráneo. Los frutos atacados presentan signos de picaduras de puesta, y en el caso de frutos con alto contenido en azúcares, como el melocotón, alrededor del sitio de puesta se produce una exudación de azúcares líquidos que generalmente solidifican.

Bactrocera dorsalis puede monitorearse mediante trampas cebadas con atrayente de machos. El metil eugenol es capaz de atraer machos de distancias superiores a 1 kilómetro. La mayor parte de métodos de control recomendados para el control de la mosca del mediterráneo, C. capitata, funcionan también contra B. dorsalis. En Japón tras 18 años de lucha contra este fitófago consiguieron erradicarlo, mediante la aplicación conjunta de cebos insecticidas y la liberación de machos estériles (TIE). En Hawai, se consiguió reducir su incidencia con el uso de insecticidas aplicados en cebo (principalmente spinosad), y la introducción de parasitoides exóticos.

Fuente: EPPO, USDA, University of Idaho e IVIA

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