CRIBADO
Ataca a numerosas especies del género Prunus, tanto frutales como ornamentales. Esta enfermedad no es la única que criba las hojas de los frutales, sus síntomas no deben confundirse con los provocados por bacterias (Pseudomonas syringae) o virus (PNRSV…). Al reducirse el laboreo, en general su incidencia ha disminuido. Su fase ascófora no está muy clara. Inverna en estado de micelio sobre órganos atacados o exudados de goma. En primavera, el micelio produce abundantes conidias que permanecen activas durante meses. Éstas germinan en intervalos de temperaturas muy amplios (2-21ºC). Las gotas de agua son su principal vía de dispersión.
Sus principales daños suelen verse en hojas y frutos, aunque también pueden afectar yemas, brotes, pedicelos, pedúnculos… Habitualmente, los daños se centran en la parte baja del árbol. En las hojas se producen lesiones de tamaño variable (3-10mm) amoratadas o pardo rojizas, rodeadas a menudo por un halo verde o amarillento. Los tejidos afectados se necrosan y desprenden, cribando el limbo; cuando la lesión afecta al pedúnculo, la hoja amarillea y cae prematuramente. Las lesiones del fruto son similares a las de las hojas, se originan manchas parduzcas y suberosas. Las manchas amoratadas o pardas de los brotes (2-3 mm) pueden originar chancros necróticos alargados que exudan resina. Las yemas atacadas ennegrecen y exudan. El ataque reduce la productividad y el vigor del árbol.
Medidas de prevención:
Destrucción o enterrado de órganos afectados.
Disminución del laboreo.
Fuente: Guía GIP Frutales de Hueso. Ministerio de Agricultura, Ganaderia, Pesca y Medio Ambiente.