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Mosquito del Trigo

EL MOSQUITO DEL TRIGO

El “mosquito del trigo” (Mayetiola destructor), especie con mayor presencia en España, son el trigo duro y blando su hábitat principal y en el que la hembra es capaz de realizar mayores puestas. Los daños más graves se registran en las primeras fases del cultivo, hasta el ahijado. Los primeros síntomas son un debilitamiento de la planta. En estados más avanzados del cultivo, el crecimiento se retrasa y se dificulta el llenado del grano, reduciéndose el peso de la espiga. La zona de la planta correspondiente al ataque se debilita y se hace más sensible a la acción del viento, pudiéndose tronchar la caña e imposibilitando la recolección de algunas espigas que caen al suelo.

El adulto de la generación otoñal suele detectarse tras las primeras lluvias. Se acoplan nada más emerger tras lo que la hembra comienza la puesta. Los huevos se disponen alineados con la nervadura en el haz de la hoja. La larva tras emerger repta por el haz, se introduce entre la vaina y el tallo y desciende hasta encontrar un nudo. Tras fijarse comienzan la fase de nutrición; la larva no tiene poder de penetración en el tallo, sino que segrega enzimas que adelgazan la pared del tallo hasta absorber la savia. La pupa es la fase más característica para el diagnóstico de la plaga. La duración del ciclo oscilará por tanto entre 20 días en condiciones óptimas y un máximo de 4 años en condiciones adversas. Dependiendo de la climatología de la zona pueden encontrarse hasta 5 generaciones anuales de la especie.

No existen medidas fitosanitarias efectivas para su control. Esta dificultad de control radica en que esta plaga tiene varias generaciones al año y en la propia biología del insecto que dificulta su control. El adulto y la larva permanecen expuestos a los tratamientos por un periodo de tiempo muy limitado.

Prácticas culturales:

Enterrado de rastrojos a una profundidad de unos 10 centímetros puede reducir la viabilidad de las pupas casi al 100%. Si se retrasa la fecha de siembra las siembras la probabilidad de infestación del campo se reduce. Rotación de cultivos. El abonado puede permitir que las plantas crezcan más vigorosas y no sean tan vulnerables a la plaga.